Nadie se atreve a colocar
un botón en la punta del deseo.
Siempre el miedo se
inmiscuye y no permite estirar la mano.
Hay una forma, dicen,
para lograrlo.
Pero nadie la ha
probado.
Hoy lo haré porque estoy
harto.
El mundo me propuso cara
o cruz.
Mientras todos sigan
confundiendo el botón con una moneda
preferiré seguir de
abstinencia.
Pero hoy creo decir
basta.
Dibujaré una escalera
saltarina.
Le pondré resortes
cósmicos.
Apretaré fuerte el botón
para que no se me caiga en el vuelo.
Y cuando todo esté listo
para despegar te pediré una cosa:
La clave. El secreto. La
forma. Un beso.