domingo, 10 de febrero de 2013

Alejandra

No me gusta escribir poemas,
dijo Alejandra.
¡Mentirosa!
Nadie es más perfecta que ella cuando escribe poemas
porque da envidia
su delicada forma
de amar y de odiar al silencio.

Alejandra conoce los colores del paraíso,
los vio una vez en un sueño.

Alejandra tiene un fetiche con las piedras.
De muy chiquita le gustaba golpearse con una en la frente
hasta ver la roca manchada de sangre
y luego metérsela en la boca
para chuparla.
Le gusta el sabor de su sangre
pero le da asco la ajena.

A Alejandra le cabe la muerte
porque le gustan las anfetas
y no puede contener su excitación
al preguntarse cómo es el mundo
del otro lado de la vida.

Alejandra tiene un sex toy,
ella lo llama textículo.

Alejandra se mira en un espejo de cenizas
y se pregunta por el miedo a la muerte del amor.

Alejandra fumó una vez con Cortázar.
Quedaron re locos.
Y entre risotadas, ella le tiró:
“Yo soy la Maga”.

Alejandra tiene algunos problemitas:
ve monstruos detrás del aire.

Una vez miró fijo a una rosa
hasta pulverizarse los ojos
y en su ceguera
coló pepa
y murió
como una diosa psicodélica,
flashando.

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